lunes, 24 de junio de 2019

¿EXISTE LA BUENA O LA MALA SUERTE?


Hoy comparto esta bella historia o cuento que nos hace reflexionar y de cómo aprender de las adversidades de las que aparentemente las catalogamos como “mala suerte”. Muchas veces culpamos a la suerte de lo que nos pasa, sobretodo a la mala y nos fijamos en la buena de los demás, pensamos que algunos nacen con estrella y otros estrellados.
Influyen mucho nuestros pensamientos y la actitud de cómo nos tomemos los acontecimientos imprevistos, aquellos que no podemos controlar. A veces la vida nos trae experiencias desagradables que no sabemos cómo manejar, echamos la culpa a la mala suerte o a la casualidad.

Un anciano labrador muy pobre que trabajaba la tierra duramente con su hijo, tenía un viejo caballo que le ayudaba en las tareas del campo. Un día el animal se escapó a las montañas, el hijo lamentándose dijo al padre:

            -¡Qué desgracia se nos ha ido un caballo!
            -¿Por qué lo llamas desgracia? Respondió el padre, veremos que nos trae el tiempo.
Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desdicha, el labrador les replicó:
            -¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después, el caballo volvió de las montañas acompañado de una hermosa yegua salvaje.
            -¡Padre que suerte! Exclamó el muchacho, nuestro caballo ha traído otro más.
Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió:
            -¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Cuando el hijo del labrador intentó montar a la yagua, cayó al suelo y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir:
            -¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Al muchacho no le convencía la filosofía del padre y lloraba en su cama.
Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones para llevárselos a la guerra.
Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron, siguieron de largo.
El joven comprendió que nunca hay que dar ni a la desgracia ni a la fortuna como absolutas. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Siempre hay que darle tiempo al tiempo para ver si algo es bueno o malo.
Cuando te sientas con mala suerte, cuando pienses que las cosas te van mal, piensa en esta historia. Un bache en el camino puede ser una nueva oportunidad.


Josefina Mateos.

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