Hoy
comparto esta bella historia o cuento que nos hace reflexionar y de cómo
aprender de las adversidades de las que aparentemente las catalogamos como “mala
suerte”. Muchas veces culpamos a la suerte de lo que nos pasa, sobretodo a la
mala y nos fijamos en la buena de los demás, pensamos que algunos nacen con
estrella y otros estrellados.
Influyen
mucho nuestros pensamientos y la actitud de cómo nos tomemos los
acontecimientos imprevistos, aquellos que no podemos controlar. A veces la vida
nos trae experiencias desagradables que no sabemos cómo manejar, echamos la
culpa a la mala suerte o a la casualidad.
Un
anciano labrador muy pobre que trabajaba la tierra duramente con su hijo, tenía
un viejo caballo que le ayudaba en las tareas del campo. Un día el animal se
escapó a las montañas, el hijo lamentándose dijo al padre:
-¡Qué desgracia se nos ha ido un caballo!
-¿Por qué lo llamas desgracia?
Respondió el padre, veremos que nos trae el tiempo.
Cuando
los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y
lamentar su desdicha, el labrador les replicó:
-¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién
sabe?
Una
semana después, el caballo volvió de las montañas acompañado de una hermosa
yegua salvaje.
-¡Padre que suerte! Exclamó el muchacho,
nuestro caballo ha traído otro más.
Entonces
los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió:
-¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién
sabe?
Cuando
el hijo del labrador intentó montar a la yagua, cayó al suelo y se rompió una
pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador,
quien se limitó a decir:
-¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién
sabe?
Al
muchacho no le convencía la filosofía del padre y lloraba en su cama.
Una
semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los
jóvenes que se encontraban en buenas condiciones para llevárselos a la guerra.
Cuando
vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron, siguieron de largo.
El
joven comprendió que nunca hay que dar ni a la desgracia ni a la fortuna como
absolutas. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Siempre
hay que darle tiempo al tiempo para ver si algo es bueno o malo.
Cuando
te sientas con mala suerte, cuando pienses que las cosas te van mal, piensa en
esta historia. Un bache en el camino puede ser una nueva oportunidad.
Josefina
Mateos.
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