CARTA
DE UN AMIGO
Copio
una carta que me escribió un amigo, no sé qué opinarás, a mí me ha gustado.
El
otro día una persona joven me preguntó qué sentía al ser viejo, me sorprendió
mucho ya que yo no me considero viejo.
Hacerse
viejo he decidido que sea un regalo. Yo soy ahora, por primera vez en mi vida
la persona que siempre quise ser. Algunas veces desespero de mi cuerpo, las
arrugas, las ojeras, las canas, y la calvicie. A menudo me sorprendo de la
persona vieja que vive en mi espejo pero no me preocupo de estas cosas por
mucho tiempo. No cambiaría mis sorprendentes amigos, ni mi maravillosa vida,
por menos canas y un cuerpo musculoso. Al envejecer me he vuelto amable conmigo
y menos crítico de mí. Me he convertido en mi mejor amigo. No me regaño, por no
hacer mi cama o por comprar ese juego de jardín que no necesitaba. Estoy en mi
derecho de ser un poco desordenado, extravagante y oler las flores. He visto a
muchos amigos irse de este mundo muy pronto, antes de que entendieran la libertad
que viene con hacerse viejo.
¿A quién le interesa si escojo leer o jugar en el
ordenador hasta las 4 de la mañana y luego dormir hasta el medio día?
Bailaré
conmigo a esos acordes de los 50 o 60 y si deseo llorar por algún amor perdido…
¡lo haré! Caminaré por la playa sin un traje de baño a pesar de las miradas de
compasión de los que usan biquini… (Ellos se harán también viejos si tienen
suerte).
Sé
que algunas veces soy olvidadizo, pero me acuerdo de las cosas importantes. A
través de los años mi corazón se ha roto ¿Cómo no se va a romper cuando pierdes
a alguien querido, sufre un niño o muere tu mascota? Pero el corazón roto es lo
que nos da fuerza, entendimiento y compasión. Un corazón que nunca se ha roto
nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto. Soy bendito por haber vivido lo
suficiente para que mis cabellos se vuelvan grises y conservar la sonrisa de mi
juventud.
Puedo
decir “no” y querer decirlo. Puedo decir “si” y querer decirlo. Cuando vas
envejeciendo es más fácil ser positivo. Te preocupas menos de lo que las otras
personas puedan pensar. Hasta me he ganado el derecho de estar equivocado. Me
gusta ser viejo, porque me ha dado ¡¡Libertad!!
Me
gusta ser la persona en la que me he convertido. No voy a vivir para siempre
pero mientras que esté aquí no perderé tiempo en lamentar de lo que pudo ser, o
preocuparme de lo que será.
Josefina
Mateos.
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