Desde
pequeña oí hablar del Ave Fénix como un pájaro bonito que nunca moría, se
calcinaba y volvía a nacer hoy comparto su bonita historia.
La
leyenda del Ave Fénix relata la historia de un ave capaz de renacer de sus
propias cenizas. Su origen se remonta a Libia y Etiopía, aunque su nombre
proviene del griego phoenicoperus y significa rojo, nombre que recorrió toda la
Europa romana. Representado como un enorme pájaro envuelto en llamas y de
plumaje como el fuego, se lo consideraba un semidiós, pues era consumido por
las llamas, para luego renacer de sus cenizas. Era un animal sagrado que –según
Herodoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina- sólo existía en Egipto,
volaba hacía el altar del Heliópolis cada quinientos años, donde se incendiaba
con el fuego y renacía al día siguiente. Allí se lo llamaba Bennu y
simbolizaba las crecidas del Nilo, la resurrección, y el Sol, que muere y renace
todos los días. Es un símbolo universal de la muerte generada por el fuego, la
resurrección, la inmortalidad y el sol. También representa la delicadeza ya que
vive solo del rocío sin lastimar a ninguna criatura viviente.
Cuando le llegaba la hora de morir, el ave Fénix hacia
un nido de hierbas aromáticas y ponía en él un único huevo. Después de
empollarlo durante algunos días, una noche, al caer el sol, el Fénix ardía
espontáneamente, quemándose por completo y reduciéndose a cenizas. Gracias al
calor de las llamas, se terminaba de empollar el huevo y, al amanecer, el
cascarón, se rompía, resurgiendo de entre los restos aún humeantes el ave
Fénix. No era otra ave, era el mismo Fénix, siempre único y eterno, aunque
siempre más joven u fuerte que antes de morir. Eternamente más sabio porque
tenía, además, la virtud de recordar todo lo aprendido en su vida anterior.
Según la tradición cristiana primitiva esta ave vivía
en el Jardín del Edén, debajo del Árbol del Bien y del Mal, nació un pájaro, de
bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en el
único ser que no quiso probar las frutas del Árbol. Cuando Adán y Eva fueron
expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego del
ángel que los echó y el pájaro ardió al instante, pero a ser la única bestia
que se había negado a probar la fruta prohibida, le fue concedida la
inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
Según el mito poseía varios dones extraños, como la
virtud de que sus lágrimas fueran curativas, una fuerza sobrenatural, control
sobre el fuego y gran resistencia física.
De
esta leyenda o historia podíamos sacar una lección o enseñanza, aprender de los
fracasos, volver a intentar lo que no se consiguió enriquecido por la experiencia,
y crecer en la adversidad. Nuestros ancestros nos dejaron un mensaje de
enaltecimiento a la resistencia ante la adversidad, lo que no te mata te hace
más fuerte. Una experiencia traumática siempre es negativa, sin embargo,
lo que acontezca a partir de ella depende de cada persona. En nuestro ánimo
está levantarnos de nuevo, cobrar vida una
vez más a partir de nuestras cenizas en una victoria sin igual o por el
contrario, desmoronarnos. Es a la vez símbolo de la inmortalidad y de la
resurrección, así como de que la esperanza nunca debe morir en el hombre.
Si
estás triste, deprimido, sin ilusión, sin sueños, o en una etapa de tu vida que
lo estés pasando mal tienes que renacer,... así que levántate y emprende el
vuelo..."
Josefina
Mateos Madrigal (3-01-2022)
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