lunes, 3 de enero de 2022

EL AVE FÉNIX


 

Desde pequeña oí hablar del Ave Fénix como un pájaro bonito que nunca moría, se calcinaba y volvía a nacer hoy comparto su bonita historia.

La leyenda del Ave Fénix relata la historia de un ave capaz de renacer de sus propias cenizas. Su origen se remonta a Libia y Etiopía, aunque su nombre proviene del griego phoenicoperus y significa rojo, nombre que recorrió toda la Europa romana. Representado como un enorme pájaro envuelto en llamas y de plumaje como el fuego, se lo consideraba un semidiós, pues era consumido por las llamas, para luego renacer de sus cenizas. Era un animal sagrado que –según Herodoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina- sólo existía en Egipto, volaba hacía el altar del Heliópolis cada quinientos años, donde se incendiaba con el fuego y renacía al día siguiente. Allí se lo llamaba Bennu y simbolizaba las crecidas del Nilo, la resurrección, y el Sol, que muere y renace todos los días. Es un símbolo universal de la muerte generada por el fuego, la resurrección, la inmortalidad y el sol. También representa la delicadeza ya que vive solo del rocío sin lastimar a ninguna criatura viviente.

Cuando le llegaba la hora de morir, el ave Fénix hacia un nido de hierbas aromáticas y ponía en él un único huevo. Después de empollarlo durante algunos días, una noche, al caer el sol, el Fénix ardía espontáneamente, quemándose por completo y reduciéndose a cenizas. Gracias al calor de las llamas, se terminaba de empollar el huevo y, al amanecer, el cascarón, se rompía, resurgiendo de entre los restos aún humeantes el ave Fénix. No era otra ave, era el mismo Fénix, siempre único y eterno, aunque siempre más joven u fuerte que antes de morir. Eternamente más sabio porque tenía, además, la virtud de recordar todo lo aprendido en su vida anterior.

Según la tradición cristiana primitiva esta ave vivía en el Jardín del Edén, debajo del Árbol del Bien y del Mal, nació un pájaro, de bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en el único ser que no quiso probar las frutas del Árbol. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego del ángel que los echó y el pájaro ardió al instante, pero a ser la única bestia que se había negado a probar la fruta prohibida, le fue concedida la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.

Según el mito poseía varios dones extraños, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas, una fuerza sobrenatural, control sobre el fuego y gran resistencia física.

De esta leyenda o historia podíamos sacar una lección o enseñanza, aprender de los fracasos, volver a intentar lo que no se consiguió enriquecido por la experiencia, y crecer en la adversidad. Nuestros ancestros nos dejaron un mensaje de enaltecimiento a la resistencia ante la adversidad, lo que no te mata te hace más fuerte. Una experiencia traumática siempre es negativa, sin embargo, lo que acontezca a partir de ella depende de cada persona. En nuestro ánimo está levantarnos de nuevo, cobrar vida una vez más a partir de nuestras cenizas en una victoria sin igual o por el contrario, desmoronarnos. Es a la vez símbolo de la inmortalidad y de la resurrección, así como de que la esperanza nunca debe morir en el hombre.

Si estás triste, deprimido, sin ilusión, sin sueños, o en una etapa de tu vida que lo estés pasando mal tienes que renacer,... así que levántate y emprende el vuelo..."

Josefina Mateos Madrigal         (3-01-2022)

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