Un proverbio chino dice: “Fracasar no es caer, fracasar es
negarse a levantarse”.
Cuando nos damos cuenta que nuestro tiempo se termina sentimos que no le
hemos aprovechado tanto como hubiésemos querido, que se nos ha escurrido entre
las manos, que hemos desperdiciado momentos en hacer algo que ahora vemos que carecía
de importancia apartando las cosas que realmente eran las que nos hacían
felices sin saberlo. Esas pequeñas cosas que son todo en la vida pero sin
tiempo para volver atrás. No sé si fue Erma
Bombeck quien escribió “SI YO TUVIERA MI VIDA PARA VIVIRLA DE NUEVO”. En ello
estoy de acuerdo con esta escritora y humorista que tuvo un historial de
dificultades. Si pudiésemos saber el tiempo del que disponemos antes de dejar
este plano seguramente viviríamos de otra manera. La vida debería darnos más
oportunidades.
Si pudiese volver el tiempo hacia atrás me
hubiese metido en la cama cuando me sentía mal, cansada o estaba enferma. He
estado enferma muchas veces, por desgracia, y de gravedad unas cuantas, no me
iba a la cama porque pensaba que si yo me acostaba todo se paralizaría, algunas
veces no quería que nadie me cuidase porque creía que si me metía en la cama dirían
que era muy vaga, que lo hacía para no limpiar, que mis hijos y mi marido no
comerían y no sabrían hacer nada, otras que no me levantaría al día siguiente y
si me dormía no me iba a despertar. Si me acostaba no descansaba y me levantaba
para hacer la comida a mi marido y a mis hijos, nunca pensaba en mí.
En el armario tengo frascos de colonia que
me regalan por cumpleaños y Reyes, debería de haber gastado todos los perfumes
y colonias antes que se consumiesen en el frasco.
No hubiese sufrido por el sofá ni las
sillas ni las colchas y edredones cuando mis hijos, el perro o el gato se
subían, no los hubiese cubierto con telas para que no se ensuciasen. Ahora que
ellos se han marchado de casa y algunos de mis animalitos cruzaron el arcoíris siento
su falta, noto la casa fría triste y vacía.
Habría utilizado mis manteles, cubertería
y vajilla que reservaba para grandes ocasiones y que nunca ponía.
No hubiese regañado a mis hijos cuando se
ensuciaban la ropa, gritaban y alborotaban jugando y corriendo, disfrutaría con
ellos.
No reprendería tanto a mi marido cuando le
mandaba hacer algo y no le salía como yo quería.
Habría aprovechado más el tiempo junto a
mis padres diciéndoles lo que les quería.
Hubiese invitado más a mis amigos a casa a
comer para divertirnos riendo y hablando y no pensar cómo estaba mi casa de
ordenada y limpia.
Pero sobre todo, quiero darle otra oportunidad
a la vida, aprovechar cada minuto. Mirar las cosas y realmente verlas
y vivirlas.
¡Dejar de preocuparme por las cosas
pequeñas y triviales para comenzar a preocuparme por las cosas bellas que sí
importan!
No te preocupes sobre a quién no le
agradas, quién posee más o quién hace qué. En lugar de eso, atesoremos las
relaciones que tenemos con aquellos que de verdad nos quieren.
Si has tropezado y has caído, vuelve a
recuperar tus fuerzas y levántate. Tu sueño y tus desafíos te esperan. Atesora cada momento que vives. La felicidad es un
trayecto, no un destino. Los amigos mantienen el mundo en
movimiento.
HAY ALGUIEN QUE TE ESTA
CUIDANDO Y OBSERVANDO EN TODO MOMENTO, CREE, es cuestión de fe.....
Deseo de todo
corazón... Que tus problemas sean menos, tus Bendiciones más y que sólo la
Felicidad entre por tu puerta.
Josefina Mateos Madrigal
23 de marzo de 2023